sábado, 9 de febrero de 2013

No hay que aguantar


En su nota de prensa presentando la nueva regulación de bajeras de ocio (seguiremos usando siempre ese nombre a pesar de cualquier eufemismo) el Ayuntamiento de Pamplona cita la presentación de 26 denuncias en 2011 hasta 28 de Noviembre para un total de 251 locales. Curiosamente no se hace ninguna valoración de esa cifra. ¿Son pocas o muchas? ¿En cualquier otra actividad: comercio, hostelería, servicios, … se denuncia al 10 % de ejercientes sin que el hecho merezca más comentario que la simple cifra?.


Queremos resaltar que la cifra de denuncias es insignificante en relación con las gestiones realizadas por los vecinos para atajar las innumerables molestias producidas. Cada denuncia lleva tras de sí un auténtico Vía Crucis de intentos de solucionar el problema amistosamente con los usuarios y propietarios.

En primer lugar con los usuarios. Petición de que paren los ruidos, que puede surtir un mínimo efecto al principio. Después, o ya desde el principio, indiferencia, pasotismo, malas contestaciones e incluso amenazas. Llega uno a pensar que el molesto es él, que no hace más que incomodarles con su insistencia.

Después con los propietarios. También al principio se muestran comprensivos e intentan hacer alguna gestión con los usuarios. Al final la respuesta es siempre la misma: ellos tienen una licencia y cumplen con los requisitos que marca la ley, así que los problemas exceden su responsabilidad.

Por último se puede ensayar con la Policía Municipal, que acude con prontitud y consigue el efecto de parar el alboroto, ¡hasta el día siguiente!. Quizá debiéramos probar a llamar cada fin de semana todos los vecinos afectados, a ver si conseguimos que estén permanentemente en la zona.

Y, finalmente, los padres. ¿Existen? ¿Conocen las circunstancias en que sus hijos, en muchos casos menores, utilizan estas bajeras, gritando y alborotando como posesos, con la música a tope, consumiendo alcohol y otras sustancias?. ¡No! ¡Ojos que no ven …!. Como además están en barrios “de segunda”, ¡qué importa!. Decía una vecina en la sección “Desde la calle” de Diario de Noticias que debiéramos disponer de los teléfonos familiares de los usuarios para tener la dicha de compartir con los padres sus alegrías a las cuatro de la mañana.

En el comentado artículo “Es tu hijo” publicado en El País el 26-12-12 (ver enlace al margen) se describe de forma precisa la situación. También debieran oír a los responsables de la acción antidroga de la Policía Municipal cuando dan charlas en los colegios: Las bajeras ayudan a la impunidad del consumo y a ocultar los efectos en los consumidores, que en la vía pública se pueden detectar y controlar con más facilidad.

Ante esta situación no queda otra alternativa que ¡Denunciar! ¡Denunciar! y ¡Denunciar!. Nada de avisos, gestiones, buenas maneras, etc… De esta manera conseguiremos dar la verdadera dimensión del problema para que Ayuntamiento, usuarios, propietarios y padres se vean directamente afectados por esta lacra, que está convirtiendo en auténticas cloacas algunas zonas de nuestra ciudad.

Como ya hemos indicado en otras ocasiones, las bajeras problemáticas, que han sido precintadas o registradas, tienden a reproducir los problemas, porque en la cuestión de bajeras funciona el boca a boca, y el estilo de los que vienen es semejante a los que se han ido. En consecuencia la observación es más intensa y el informal fichaje de usuarios y propietarios ayudará a atajar el problema.



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