martes, 12 de febrero de 2013

A continuación presentamos las sugerencias hechas por el colectivo en la página web del Ayuntamiento de Pamplona:


SUGERENCIAS A LA ORDENANZA DE BAJERAS POR PARTE DEL COLECTIVO DE AFECTADOS POR BAJERAS DE OCIO  ZONA C/SANGÜESA-C/GUELBENZU

1- El concepto de bajeras de reunión que maneja el Ayuntamiento y el de bajeras de ocio que manejamos los vecinos es radicalmente distinto. Las reuniones, sean las que sean, acaban a las 11 de la noche o poco mas, justo cuando el ocio se hace más duradero y molesto. Dichos locales son bajeras de ocio abiertos a multitud de usuarios, arrendatarios o no, siendo de hecho discoteca cuando cierra la discoteca, bar de copas cuando cierra el bar de copas y hasta hotel para transeúntes. Por ello hay que exigirles una normativa de ocio, con el establecimiento de horario de apertura y cierre.

2- En Europa se ha asumido plenamente el concepto de contaminación acústica, todavía novedoso, señalando el ruido como la pandemia del siglo XXI. Los psicólogos denuncian la relación entre ansiedad y otras neuropatologías con los ruidos nocturnos reiterados. Tenemos que tener clara la prioridad de derechos, con el descanso en primer lugar. En Navarra gran parte de localidades miran de reojo a la capital en espera de su nueva normativa, teniendo Pamplona una oportunidad única para demostrar su europeísmo.

La normativa de ruido ha de incluir una insonorización profesional, no artesanal, con medición en el piso de los vecinos. La forma de medición actual del audímetro está desfasada, porque no recoge los ruidos discontinuos, tanto o más molestos que el machaqueo musical.

 En muchos locales hay instalaciones propias de su uso comercial anterior: persianas de cierre con motores industriales, aires acondicionados, etc… totalmente inadecuadas para el uso actual y que accionadas en horario de madrugada agravan las molestias del uso. Se debiera exigir su eliminación o inutilización.

3- Los locales no pueden ser ajenos a los alborotos, ruidos, altercados y problemas que sus usuarios producen en la vía pública y son fuente de innumerables molestias a los vecinos. Son ellos mismos los que extienden su actividad a la calle y la convierten en apéndice del local. Por ello es preciso un régimen sancionador específico que contemple estas conductas, haciendo responsable a la bajera de las molestias de sus usuarios en el exterior.

En algunos casos son locales tan pequeños que es casi imposible que puedan realizar su actividad. ¿Qué hay de los aforos?

En todo caso las sanciones, si se incumple la normativa, deben ser acumulativas sobre la bajera, no sobre cambiantes inquilinos que desaparecen. Los vecinos debieran disponer de los teléfonos de los responsables de la bajera y los propietarios.

4- El propio borrador reconoce la necesidad de evitar la saturación de bajeras, estableciendo una distancia mínima de 100 metros entre sí. Si no se busca una solución en este sentido para las actuales zonas saturadas la norma quedará en papel mojado, ya que no es previsible avalancha de nuevas aperturas. Se debiera establecer al menos que, en caso de uso inadecuado, se revocara la licencia y se exigiera el cumplimento de la nueva normativa para la reapertura.

5- Hay zonas que por su saturación, que no parece posible resolver, necesitan una especial vigilancia, como cualquier zona conflictiva de otro tipo. No hay que olvidar, cuando se patrulla que en una calle aparentemente callada, que una bajera puede estar desquiciando a un vecino.

A la hora de planificar la vigilancia, no hay que olvidar que tras una denuncia normalmente hay un buen número de altercados que no trascienden.

Hay vecinos que aguantan más que otros, pero todos aguantan. En las actuales condiciones una bajera de jóvenes molesta por definición.

sábado, 9 de febrero de 2013

No hay que aguantar


En su nota de prensa presentando la nueva regulación de bajeras de ocio (seguiremos usando siempre ese nombre a pesar de cualquier eufemismo) el Ayuntamiento de Pamplona cita la presentación de 26 denuncias en 2011 hasta 28 de Noviembre para un total de 251 locales. Curiosamente no se hace ninguna valoración de esa cifra. ¿Son pocas o muchas? ¿En cualquier otra actividad: comercio, hostelería, servicios, … se denuncia al 10 % de ejercientes sin que el hecho merezca más comentario que la simple cifra?.


Queremos resaltar que la cifra de denuncias es insignificante en relación con las gestiones realizadas por los vecinos para atajar las innumerables molestias producidas. Cada denuncia lleva tras de sí un auténtico Vía Crucis de intentos de solucionar el problema amistosamente con los usuarios y propietarios.

En primer lugar con los usuarios. Petición de que paren los ruidos, que puede surtir un mínimo efecto al principio. Después, o ya desde el principio, indiferencia, pasotismo, malas contestaciones e incluso amenazas. Llega uno a pensar que el molesto es él, que no hace más que incomodarles con su insistencia.

Después con los propietarios. También al principio se muestran comprensivos e intentan hacer alguna gestión con los usuarios. Al final la respuesta es siempre la misma: ellos tienen una licencia y cumplen con los requisitos que marca la ley, así que los problemas exceden su responsabilidad.

Por último se puede ensayar con la Policía Municipal, que acude con prontitud y consigue el efecto de parar el alboroto, ¡hasta el día siguiente!. Quizá debiéramos probar a llamar cada fin de semana todos los vecinos afectados, a ver si conseguimos que estén permanentemente en la zona.

Y, finalmente, los padres. ¿Existen? ¿Conocen las circunstancias en que sus hijos, en muchos casos menores, utilizan estas bajeras, gritando y alborotando como posesos, con la música a tope, consumiendo alcohol y otras sustancias?. ¡No! ¡Ojos que no ven …!. Como además están en barrios “de segunda”, ¡qué importa!. Decía una vecina en la sección “Desde la calle” de Diario de Noticias que debiéramos disponer de los teléfonos familiares de los usuarios para tener la dicha de compartir con los padres sus alegrías a las cuatro de la mañana.

En el comentado artículo “Es tu hijo” publicado en El País el 26-12-12 (ver enlace al margen) se describe de forma precisa la situación. También debieran oír a los responsables de la acción antidroga de la Policía Municipal cuando dan charlas en los colegios: Las bajeras ayudan a la impunidad del consumo y a ocultar los efectos en los consumidores, que en la vía pública se pueden detectar y controlar con más facilidad.

Ante esta situación no queda otra alternativa que ¡Denunciar! ¡Denunciar! y ¡Denunciar!. Nada de avisos, gestiones, buenas maneras, etc… De esta manera conseguiremos dar la verdadera dimensión del problema para que Ayuntamiento, usuarios, propietarios y padres se vean directamente afectados por esta lacra, que está convirtiendo en auténticas cloacas algunas zonas de nuestra ciudad.

Como ya hemos indicado en otras ocasiones, las bajeras problemáticas, que han sido precintadas o registradas, tienden a reproducir los problemas, porque en la cuestión de bajeras funciona el boca a boca, y el estilo de los que vienen es semejante a los que se han ido. En consecuencia la observación es más intensa y el informal fichaje de usuarios y propietarios ayudará a atajar el problema.